Saltear al contenido principal

Será por exceso de jurídicos en las bancadas, pero el remedio universal de nuestros males para nuestros próceres parece ubicarse en el BOE. Cualquier día sacan una ley prohibiendo el paro, estableciendo el empleo cohercitivo, además del obligado respeto a la urbanidad y buenas costumbres, y … ¡crisis terminada!

Bueno, también está hoy en boga la invocación reiterativa al primo de Zumosol, un tal SuperMario Draghi, aunque no tan “súper” porque tiene jefa y, a la postre, nos acaba resultando algo tibio en el uso de sus superpoderes. Vamos, que se nos distrae poniendo velas: una al Dios (de la austeridad) y otra al diablo (de las cigarras mediterráneas).

La trilogía se completa con la alegada orfandad que hoy nos inflige Europa, madrastra cruel en tiempos de zozobra. ¡Levántennos el castigo del ayuno forzoso y forzado, que prometemos ser buenos a partir de ahora!

JFK no pasó por aquí más que en la pantalla del cine. Pero ya antes de que él, monarca republicano, acuñara la legendaria pregunta del “¿qué puede hacer Usted por América?”, en nuestra piel de toro la sabiduría popular había forjado el “a Dios rogando y con el mazo dando”.

No podemos permitirnos seguir siendo meros convidados en el espectáculo de nuestro naufragio. ¡Arranquémonos el síndrome de “orquesta del Titanic”, y pongámonos a fabricar arcos y flechas con los violines, violas y violones!

Ya hubo un tiempo en España en el que las estrecheces económicas se imputaban a la poco generosa pluviosidad sobre nuestro agro, amén de conspiraciones judeo-masónicas y boicots varios del enemigo exterior. Lo triste de nuestros días es que, actualizando un tanto el lenguaje, se reiteran prácticamente las mismas explicaciones (en tiempos y circunstancias afortunadamente bien distintas). Hoy, la sequía es crediticia, la conspiración de “los mercados”, y el enemigo exterior Europa, correa transmisora de la austeridad impuesta por la Canciller de Acero.

Y mientras tanto, vivimos un auténtico Estado de emergencia nacional. Y no me refiero a los peligros que acechan la integridad territorial de España, alucinógena distracción en estos tiempos de necesidades vitales acuciantes, sino al drama social y personal del desempleo rampante. Nos hemos habituado tanto a las grandes cifras, que la perspectiva de llegar a los seis millones de desempleados se nos aparece poco menos que como un nuevo record a batir inevitablemente en esta crisis. Fatalismo en estado puro, en el más ineluctable sentido del “fatum”.

¡Pues no! No nos resignemos.

Lo del saneamiento y sostenibilidad de las cuentas públicas es inevitable; las reformas estructurales de la economía, educación y sanidad, muy necesarias y largo tiempo aplazadas; el rediseño y racionalización del aparato político e institucional, imperativo; el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la limpieza de los balances de la banca, perentorios; pero todo ello no va a evitar a corto plazo que siga engordando la cola del paro. Y que no nos vengan, por favor, con una nueva entrega de brotes verdes asidos a la marginal estadística del aumento de las vocaciones de autoempleo y, aun menos, al vergonzante argumento del tamaño de nuestra economía “informal”.

Como decía Jack Welch (icónico CEO de GE): “eat short, think long”. Esto es, piensa a largo plazo (reformas estructurales), pero no olvides comer todos los días (actividad y empleo). Condición esta última (comer) necesaria para llegar vivo hasta disfrutar de los futuros éxitos a cosechar por el impulso reformista.

Resulta imperativo tomar medidas de efecto paliativo inmediato sobre el drama social y personal del desempleo, umbral hacia la pobreza material y moral de nuestras gentes, y auténtica bomba de relojería sobre los pilares de nuestra convivencia. Medidas a nuestro alcance, concretas y de eficacia inmediata, más allá de rogatorias para un cambio de orientación pro-crecimiento en la política europea (que ojalá).

Y como basta ya de predicar, pues necesitamos trigo, desde esta misma bitácora me propongo contribuir modestamente a hacer públicas cuantas ideas propias o ajenas puedan inspirar acciones de efecto inmediato susceptibles de redundar a corto plazo en la preservación de puestos de trabajo y, ojalá, en la creación de nuevos empleos.

España hoy necesita una conjura de todos los que quieran y puedan aportar wetware (esfuerzo y sudor, que no lágrimas) para salir juntos y vivos de ésta. Lanzo una bandera tuitera #stop6kk, y me vale cualquier otra con mayor ingenio y alcance. El reto, no llegar a los seis millones de desempleados. Hoy estamos según la última EPA en 5.778.064. ¡Ésta es la cifra a jibarizar! Pongámonos a ello.

Sigue al autor en Twitter: @emilgarayar

 

Volver arriba