
He hecho dos cosas atípicas nada más levantarme esta mañana. Encender el ipad para ver los resultados del referéndum británico sobre la UE e irme al hospital a consulta. La segunda no es consecuencia de la primera porque, aunque hijo de Brujas, nunca sentí un europeísmo encendido. Ahora recuerdo, veinticinco años atrás, como mis compañeros del Colegio de Europa, y singularmente los británicos, aplaudían a rabiar la dimisión de la Dama de Hierro.
I want my money back! Pues ya no es solo el “money”, sino ladevolution completa.
¿Qué decir que nos les empache aún más tras la diarrea analítica del fenómeno Brexit que nos amenaza en los próximos días, semanas, meses, y puede que hasta años?
Pues primero, y fundamentalmente (first and foremost), que esto es un buen negocio para los abogados y para los políticos, que, como los médicos, vivimos del dolor ajeno, pero que, a diferencia de los médicos, justificamos nuestro arte agravando la enfermedad. Miles, millones de consultas, y cientos de miles de páginas de sesudos informes pretendiendo desentrañar el arcano, los vericuetos del camino de salida de la pérfida Albión. Revisión en serie de cláusulas contractuales para ver si el empedrado (v. gr. Brexit) nos permite una escapatoria del acuerdo que no nos conviene en clave rebus sic stantibus, material adverse clause, fuerza mayor, … o lo que cuadre. Y todo ello de derecho-ficción, porque pasar, aquí no ha pasado nada. En términos delege lata hasta que la suprema voluntad soberana del pueblo inglés (y sí, digo bien, INGLÉS que no británico) se plasme en el DOUE (diario oficial de la UE), res, y para ello les aseguro que tienen que correr más hectómetros cúbicos bajo los puentes del Támesis de los que gestiona la sociedad esa del “trasvase”, sita en un lugar de la Mancha cuyo nombre no alcanzo a recordar.
Contraindicaciones de la democracia. El peor sistema una vez descartados todos los demás, Churchill dixit. Usted le pregunta al Pueblo que piense con la cabeza y le devuelve una patada en el culostraight from the guts. Afortunada expresión ésta de Jack Welch a quien la UE le amargó la jubilación prohibiéndole la fusión GE-Honeywell con la inestimable ayuda de un petit Torquemada español.
Porque vamos a ver ¿alguien piensa que el resultado del referéndum británico es la expresión de un sesudo análisis y ponderación de los pros y contras de la permanencia o abandono de la UE en tanto que miembro de pleno derecho (aunque hoy ya fuera del área Euro)? Nein. En estas suertes la política internacional apenas cuenta. Se trata de ventilar cuitas internas y adjudicar miedos, agitar fantasmas, revolverse contra el establishment, patalear, excretar la frustración de tantas y tantas alienaciones del progreso, la mundialización, la revolución tecnológica, el desarraigo, la inmigración, el debilitamiento del estado de bienestar, … la malaise, le spleen en palabras de Baudelaire.
Creo que tenemos ante nosotros el primer referéndum anti-globalización (hubo amagos anteriores en los referendos par la modificación de los tratados de Holanda, Irlanda, Francia, … apenas un aperitivo); y, tristemente, ha ganado el miedo frente a la oportunidad, la frustración frente a la esperanza, los males del pasado y del presente frente a los bienes porvenir. Y me temo que no será el último embate de la nostalgia, de la melancolía, a la búsqueda del pastor que nos conduzca de vuelta al paraíso perdido, no. Elecciones en España en un par de días y, aún de mayor importancia para el futuro de todos, elecciones a la presidencia de USA en noviembre.
Y ¿saben lo peor? Que el progreso no se detendrá, la Tierra seguirá girando sobre su eje sin que pare para apearnos, y la peor parte se la seguirán llevando esas clases medias depauperadas, ese proletariado abandonado a su suerte, gentes maltratadas por el establishment, despreciadas por élites económicas y políticas, manipulados sus anhelos, sus inseguridades, sus miedos ¿al servicio de qué?
No, no. El camino no está en el Bosque de Sherwood, Luditas.
Artículo publicado en el blog ‘La caña’ en el diario Cinco Días el 24 de junio