
Enfilamos la recta final del rescate financiero. Cuestión más de fe que de hechos, por aquello de creer en lo que no se ve. Al menos eso dice el FMI.
Toca reparto de notas, nuevos esponsales, algún que otro divorcio, y no pocas llamadas a la injusta actuación arbitral. Y, en su estela, el “Guiaburros” (blueprint) del Banco Malo con su ansiado corolario sobre la definición de los activos a aportar (perímetro) y precio (valor real a largo plazo).
En mi último post (Nunca Bajen) dejé apuntada la cuestión. Agradezco sinceramente los comentarios y aportaciones de muchos lectores. A pesar de su título, nunca pretendí abogar por el mantenimiento artificial de precios de burbuja, pero sí describir los intereses comprometidos de los principales actores. Me reitero: a ellos poco interesaría un deterioro adicional de valor de la cartera inmobiliaria y, singularmente, a la Banca Sana. Evidente, pues a su ya de por sí muy significativa exposición propia al riesgo inmobiliario, habría de sumarse el potencial impacto en su cartera hipotecaria, que más que duplica en cifras absolutas aquélla.
Sin embargo creo que la Banca Sana va a celebrar (puertas afuera) un precio de cesión en bloque de activos a Banco Malo no punitivo (alineado con los Guindos, esto es, valor en libros menos provisiones), incluso a fuer de hacer menos atractiva su “inversión” en el mismo, para a continuación arramblar con la vajilla en forma de liquidación acelerada de los activos en cartera propia. Dirán Ustedes, con razón, que esta especulación que les lanzo es un puro sinsentido. Un comportamiento irracional rayano en el absurdo y, por tanto, inverosímil. Confiéranme el beneficio de la duda y acuérdenme un poco más de su valioso tiempo para una explicación.
A mi juicio, Banca Sana se sumerge en este asunto en el puro “dilema del prisionero” (no iterado). Teoría económica que viene a argumentar que un comportamiento cooperativo entre dos sujetos permitiría alcanzar un resultado más beneficioso para ambos que el que resultaría de perseguir unilateralmente el óptimo de su interés privativo (los dos interrogados acaban condenados por acusarse mutuamente, en lugar de encubrirse y recibir una condena simbólica).
Aplicado al precio de realización de su cartera inmobiliaria, la colusión implícita (comportamiento cooperativo) consistiría en que la Banca Sana alineara los precios de venta de sus activos a las valoraciones que aplique el Banco Malo a cesión forzosa de activos inmobiliarios de la Banca objeto de saneamiento (valor en libros menos provisiones regulatorias). Los beneficios son obvios, ya los apuntábamos, y no serían otros que los propios de una actividad cartelizada en un mercado de crisis (vid. Banco Malito, Banquito Malo).
Sin embargo, en un mercado de demanda como lo es a corto y medio plazo el inmobiliario español (sobre-oferta, poco comprador e iliquidez), el aparcamiento de una parte importante de la oferta en un vehículo soberano y pseudo-público (sin presión de mercado por vender ni por dar resultado a corto y medio plazo, bien al contrario, con ganas de dar empleo estable durante diez o quince años a sus nuevos funcionarios), elimina para la Banca Sana una parte muy substancial de la “competencia” en la realización de activos inmobiliarios, que ella sí debe sanear inmediatamente para desprenderse del estigma “español” (el agujero inmobiliario o “Spanish flu” de las finanzas).
Con el enemigo maniatado y distraído, solo queda una estrategia agresiva de precios mayoristas (cesiones en bloque de carteras) combinada con facilidades de financiación en el tramo minorista (inmuebles) para garantizarse que Banco Malo no es competencia en esta ventana temporal a corto.
Pensarán que con esto las Entidades Sanas se disparan un tiro en el pie, pues incurren en mayores pérdidas (diferencia sobre provisiones) en lo vendido al tiempo que infligen un deterioro sobre lo que retienen en balance (fruto del mark to market) y, para colmo, perjudican la rentabilidad de su “inversión” en Banco Malo. Pues no. El bonus por librarse del estigma inmobiliario español en términos de mayor cotización bursátil y menores costes mayoristas de financiación (incluido el acceso a los mercados hoy severamente limitado o directamente vedado) supera con creces un quebranto inmobiliario fruto de una realización acelerada de la cartera, en buena parte ya descontado.
Si lo expuesto es –en mi opinión- de general invocación respecto de la Banca Sana, resultaría particularmente predicable de nuestra más internacional Gran Banca (BBVA y Santander), quienes, justificadamente, deben albergar unas ganas locas de salir al mercado internacional a pregonar que no les queda ni un solo ladrillo (español) en el estómago. Por el camino se habrá debilitado aún más la competencia, dejando a medio plazo expedito el camino de la consolidación a buen precio en el mercado financiero español. Oportunidad de compra de cuota a precio de saldo por la vía de la absorción de otras Entidades extenuadas por los esfuerzos de saneamiento.
¿Pura teoría de la conspiración? No, desmentido del dilema del prisionero: la persecución egoísta del beneficio propio les da de cenar cada noche. Al menos eso es lo que dice Adam Smith del carnicero y el panadero.
Por cierto, lo de su interés en precios bajos de cesión para rentabilizar la inversión en Banco Malo, un señuelo. ¡No se dejen confundir!
Publicado por Emiliano en La Caña, su blog de Cinco Días: http://blogs.cincodias.com/la-cana/2012/09/banca-prisionera-y-ii.html